lunes, 22 de febrero de 2016

AULA DE CONSUMO FEACCU HUESCA 19 de febrero de 2016


Conferencia: 

“CONSUMO COLABORATIVO 
ECONOMÍA COMPARTIDA”
v  Nuevas formas de compartir. Sistemas de consumo colaborativo.
v  Economía compartida. Experiencias y retos.

Organiza:

Dirección General de Protección de Consumidores y Usuarios del Departamento de Ciudadanía y Derechos Sociales. 

Colabora: FEACCU-HUESCA

Ponentes:

D. Pablo Jarne Muñoz. Profesor de Derecho Mercantil.

                Ponencia: Economía compartida. Experiencias y retos

 Fundación Ecología y Desarrollo

                Ponencia: Nuevas formas de compartir. Sistemas de consumo colaborativo.
El pasado día 19 de febrero disfrutamos de una interesante Aula de Consumo en el Salón de actos de FEACCU HUESCA, organizada por la Dirección General de Consumo.
En ella participó el Director General de Protección de Consumidores y Usuarios, Pablo Martínez, quien destacó esta manera diferente de consumir que está proliferando gracias a las nuevas tecnologías y que cuenta ya, con gran número de usuarios.
Pablo Jarné en su ponencia nos habló de distintas plataformas, haciendo referencia a casos específicos como el del transporte donde ya ha habido denuncias por parte de la empresa tradicional y también de los retos planteados por el consumo colaborativo, como delimitar la noción del consumo colaborativo, delimitar el estatus de las diferentes plataformas,la protección de los usuarios y un régimen normativo adecuado al fenómeno colaborativo.
Eva González nos dio a conocer la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) sobre nuevas formas de consumir y sobre sistemas de consumo colaborativo.


El Consumo Colaborativo está conquistando cada vez más sectores de la sociedad y de la economía, se puede definir como la manera tradicional de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar. No se trata de ninguna idea nueva, pero la tecnología actual permite hacer que el servicio sea mucho más eficiente. Internet, combinada con la capacidad  de crear confianza entre extraños ha creado un mercado de intercambios eficientes entre productor y consumidor, prestador y prestatario, y entre vecino y vecino, sin intermediarios.      

Existen tres categorías bajo las cuales es posible clasificar el consumo colaborativo.

Sistemas basados en el producto:
Pagar por la utilización de un producto sin la necesidad de adquirirlo.
Hay plataformas, por ejemplo, que conecta personas particulares que permiten compartir los gastos de un viaje en coche. No se trata de una retribución económica, sino de la compartición de los gastos asociados a ese trayecto en común.
El alquiler de algún objeto de persona a persona, como por ejemplo, un taladro o cualquier herramienta de bricolaje, pues estas sólo se utilizará, un promedio, de 20 minutos durante toda su vida útil y éstos tipos de rentas permiten aprovechar al máximo los beneficios de estos utensilios sin la necesidad de que cada persona tenga uno propio.
Los sistemas de redistribución:
En este caso, se agrupan aquellos proyectos en donde se promueve una reasignación de la propiedad de un bien, hacia alguien que le pueda dar una utilidad apropiada al objeto que ha dejado de ser aprovechado por el dueño original.
 Este grupo de proyectos pueden ser los que promueven la cesión del producto sin reciprocidad alguna, donde unas personas entregan bienes que ya no estén utilizando, a otros individuos que puedan darle un mejor uso, el intercambio o trueque, donde los sujetos canjean artículos materiales entre sí, o la venta de elementos usados, por un precio mucho menor al del mercado, aprovechando objetos que todavía tienen muchos años de vida útil.

Estilos de vida colaborativos:
Redistribuir los bienes usados o adquiridos de donde ya no se necesitan hacia algún lugar o alguien que sí los necesita (ej. Mercados de intercambio y de segunda mano). En algunos mercados los productos pueden ser gratuitos, en otros se intercambian o se venden. Con el tiempo, este sistema reúne a todas aquellas iniciativas que no se centran únicamente en compartir productos materiales, sino también, en el intercambio de bienes menos tangibles, tales como el tiempo, las habilidades, los conocimientos, los espacios, entre otros. Para así adquirir saberes y/o experiencias sin invertir mucho dinero.
Por lo general, agrupa proyectos de alcances locales, como los bancos de tiempo que se organizan en barrios o pequeños grupos para intercambiar conocimientos o servicios a través del uso de horas como moneda de intercambio. Pero también existen casos de iniciativas de este estilo con presencia global, en donde un viajero que quiere conocer diferentes ciudades, alquila un cuarto o un espacio en el hogar de un habitante de dicho destino, obteniendo no solo un lugar donde dormir, sino también adquiriendo la experiencia y el conocimiento turístico que una persona tiene sobre su propia localidad.

Tener presentes estos tres grandes sistemas, permitirá tener un panorama más claro de cómo se está moviendo la economía colaborativa en la sociedad y a entender que para conectar, colaborar y compartir no existe ningún límite, sólo se necesita el deseo de juntarse y ayudar a otras personas, al medio ambiente y a la sociedad en donde vivimos.




Redistribuir puede convertirse en la quinta “R”, junto con Reducir, Reutilizar, Reciclar y Reparar.