“CONSUMO COLABORATIVO
Y ECONOMÍA COMPARTIDA”
v Nuevas
formas de compartir. Sistemas de consumo colaborativo.
v
Economía compartida. Experiencias y retos.
Organiza:
Dirección General de Protección de Consumidores y Usuarios del Departamento de Ciudadanía y Derechos Sociales.
Colabora: FEACCU-HUESCA
Ponentes:
D.
Pablo Jarne Muñoz. Profesor de Derecho Mercantil.
Ponencia:
Economía compartida. Experiencias y retos
Fundación Ecología y Desarrollo
El pasado día 19 de febrero disfrutamos de una interesante Aula de Consumo en el Salón de actos de FEACCU HUESCA, organizada por la Dirección General de Consumo.
En ella participó el Director General de Protección de Consumidores y Usuarios, Pablo Martínez, quien destacó esta manera diferente de consumir que está proliferando gracias a las nuevas tecnologías y que cuenta ya, con gran número de usuarios.
Pablo Jarné en su ponencia nos habló de distintas plataformas, haciendo referencia a casos específicos como el del transporte donde ya ha habido denuncias por parte de la empresa tradicional y también de los retos planteados por el consumo colaborativo, como delimitar la noción del consumo colaborativo, delimitar el estatus de las diferentes plataformas,la protección de los usuarios y un régimen normativo adecuado al fenómeno colaborativo.
Eva González nos dio a conocer la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) sobre nuevas formas de consumir y sobre sistemas de consumo colaborativo.
El Consumo Colaborativo está conquistando cada vez más sectores de la sociedad y de la economía, se puede definir como la manera
tradicional de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar.
No se trata de ninguna idea nueva, pero la tecnología actual permite hacer que
el servicio sea mucho más eficiente. Internet, combinada con la
capacidad de crear confianza entre
extraños ha creado un mercado de intercambios eficientes entre productor y
consumidor, prestador y prestatario, y entre vecino y vecino, sin
intermediarios.
Existen tres categorías bajo las cuales es posible clasificar el consumo colaborativo.
Pagar por la utilización de un producto sin la necesidad de adquirirlo.
Hay plataformas, por ejemplo, que conecta personas particulares que permiten compartir los gastos de un viaje en coche. No se trata de una retribución económica, sino de la compartición de los gastos asociados a ese trayecto en común.
Hay plataformas, por ejemplo, que conecta personas particulares que permiten compartir los gastos de un viaje en coche. No se trata de una retribución económica, sino de la compartición de los gastos asociados a ese trayecto en común.
El
alquiler de algún objeto de persona a persona, como por ejemplo, un taladro o
cualquier herramienta de bricolaje, pues estas sólo se utilizará, un promedio,
de 20 minutos durante toda su vida útil y éstos tipos de rentas permiten
aprovechar al máximo los beneficios de estos utensilios sin la necesidad de que
cada persona tenga uno propio.
En este
caso, se agrupan aquellos proyectos en donde se promueve una reasignación de la
propiedad de un bien, hacia alguien que le pueda dar una utilidad apropiada al
objeto que ha dejado de ser aprovechado por el dueño original.
Este
grupo de proyectos pueden ser los que promueven la cesión del producto sin
reciprocidad alguna, donde unas personas entregan bienes que ya no estén
utilizando, a otros individuos que puedan darle un mejor uso, el intercambio o
trueque, donde los sujetos canjean artículos materiales entre sí, o la venta de
elementos usados, por un precio mucho menor al del mercado, aprovechando
objetos que todavía tienen muchos años de vida útil.
Redistribuir los bienes usados o adquiridos de
donde ya no se necesitan hacia algún lugar o alguien que sí los necesita (ej.
Mercados de intercambio y de segunda mano). En algunos mercados los productos
pueden ser gratuitos, en otros se intercambian o se venden. Con el tiempo, este sistema reúne a todas aquellas
iniciativas que no se centran únicamente en compartir productos materiales,
sino también, en el intercambio de bienes menos tangibles, tales como el
tiempo, las habilidades, los conocimientos, los espacios, entre otros. Para así
adquirir saberes y/o experiencias sin invertir mucho dinero.
Por lo
general, agrupa proyectos de alcances locales, como los bancos de tiempo que se
organizan en barrios o pequeños grupos para intercambiar conocimientos o
servicios a través del uso de horas como moneda de intercambio. Pero también
existen casos de iniciativas de este estilo con presencia global, en donde un
viajero que quiere conocer diferentes ciudades, alquila un cuarto o un espacio
en el hogar de un habitante de dicho destino, obteniendo no solo un lugar donde
dormir, sino también adquiriendo la experiencia y el conocimiento turístico que
una persona tiene sobre su propia localidad.
Tener
presentes estos tres grandes sistemas, permitirá tener un panorama más claro de
cómo se está moviendo la economía colaborativa en la sociedad y a entender que
para conectar, colaborar y compartir no existe ningún límite, sólo se necesita
el deseo de juntarse y ayudar a otras personas, al medio ambiente y a la
sociedad en donde vivimos.